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NOCHES EN LA ESCUELA
Consejo
 

26 de Septiembre de 2013 | 21:00 hs.
Los síntomas contemporáneos de los analistas


Reseña de Andrea Brunstein
Paula Szabo
Julio Herrera

Reseña de la Noche del Consejo

La noche del pasado jueves 26 de septiembre el Consejo de la EOL nos convocó para trabajar sobre "los síntomas contemporáneos de los analistas" y lo que la época nos enseña. Así, tomando un rasgo de nuestros tiempos, la prisa, con un timbre en mano, Flory Kruger abrió la noche recordando que cada uno de los invitados contaba con cinco minutos para dar cuenta de su respuesta a cada pregunta previamente formulada por el Consejo. Con la sala A repleta de colegas, las preguntas abrieron un abanico de puntos enmarcados en el tema de la noche.

Reproducimos la lista de preguntas y quiénes han respondido e interrogado en cada caso:

1. La era después del Edipo, ¿cómo incide en la formación del analista?
Respondió: Mónica Torres. Interrogó: Luis Tudanca.

2. Si la formación analítica implica no sólo la adquisición de saberes sino también el recorrido de un análisis, ¿cómo lograrlo si lo que orienta la época actual es la prisa?
Respondió: Juan Carlos Indart. Interrogó: Mauricio Tarrab.

3. En la época del Otro que no existe, ¿cómo interpreta usted el "autorizarse por sí mismo"?
Respondió: Graciela Musachi. Interrogó: Ricardo Seldes.

4. Lacan decía: "No alcanza evidentemente servirse de mi vocabulario para que esto tenga el menor efecto sobre lo que es la práctica psicoanalítica". ¿Cómo piensa usted la formación del analista, más allá de repetir el vocabulario "lacanés"?
Respondió: Jorge Chamorro. Interrogó: Gustavo Stiglitz.

5. Orientados por el último Lacan, ¿qué podría decir sobre su "formarse al Uno" en su experiencia y cómo eso ha incidido en su práctica?
Respondió: Ricardo Nepomiachi. Interrogó: María Cristina Martínez De Bocca.

6. En relación con la Escuela y la transferencia de trabajo, ¿cómo piensa el proceso de aquellos miembros que entraron a la Escuela hace veinte años con una participación muy activa y luego se apartaron, o bien se desinteresaron?, ¿cómo hacer para propiciar acontecimientos que puedan relanzar en cada uno su transferencia con la Escuela?
Respondió: Leonardo Gorostiza. Interrogó: Silvia Baudini.

Mónica Torres hizo mención al trípode necesario para la formación del analista: análisis personal, control y lectura. Señaló a su vez objeciones en cuanto al modo en el que algunos sostienen el control y la lectura. Eligió responder desde su experiencia como analizante y como analista siguiendo el recorrido de un análisis y sus tropiezos. Sostuvo que no es posible una clínica del goce y de la singularidad sin pasar por el desciframiento del inconsciente transferencial y sus efectos de verdad: es más allá del Edipo pero no sin él.

Luis Tudanca señaló, al escuchar a Mónica Torres, que el título de su respuesta podría ser "no sin". Clínica de la singularidad y del goce no sin el inconsciente transferencial; desorden de lo real no sin el nombre del padre. Y, haciendo referencia a la afirmación de Lacan que el sujeto recibe del Otro su propio mensaje en forma invertida, se preguntó qué responsabilidad le toca a cada uno respecto del problema que se debate.

Juan Carlos Indart definió la formación del analista como un proceso de adquisición de saber tanto para el analizante como para el analista, ya sea por fuera como dentro del dispositivo analítico. Dicha adquisición de saber se paga con el goce singular, lo cual hace que tome su valor a partir de su ejercicio; valor de uso puro que queda por fuera de los avatares del mercado. Recordó también que la formación es siempre abierta e inacabada, por efecto de la contingencia.

Mauricio Tarrab advirtió que a veces se usa la mala influencia de la época actual como un latiguillo, pero que hay cuestiones estructurales como la formación del analista que van más allá de los avatares de cada época.

Graciela Musachi planteó que "el analista se autoriza a sí mismo" implica que haya analista. Lo que, según Lacan, puede ocurrir en el análisis, y entonces, si hay analista, éste se autoriza a sí mismo después de haberse encontrado con la inexistencia del Otro. La estructura implica que el Otro no existe y que nuestro tiempo pone eso al desnudo. Por lo tanto, dado que no hay garantías, somos todos farsantes como dijo el personaje central de la tira de TV. La responsabilidad de la Escuela en la masificación del psicoanálisis implica que haga presente a los farsantes el deseo del analista cada vez y en cada caso (por ejemplo, trasmitiendo el deseo de la Escuela de que la supervisión es necesaria).

Ricardo Seldes, interrogándola, propuso que el analista en tanto tal no existe, se trata en cambio de pensar el uno por uno. Ubicó la frase del ¨autorizarse a sí mismo¨ como un slogan subversivo de otra época. Y convocó a compensar los efectos producidos por dicho slogan con una mayor exigencia en la formación.

Jorge Chamorro sostuvo que el modo en el que él entiende la formación del analista es como el pasaje de ser un travesti occidental que quiere ser una mujer, a un travesti oriental que busca combinar los signos de una mujer. Planteó así que la escritura va contra el metalenguaje, y es esa la manera en que se llega a la operación de reducción, modo en el que él entiende la práctica analítica.

Gustavo Stiglitz, quien lo interrogó, propuso servirse del vocabulario que a diferencia del metalenguaje "lacanés", implica utilizar los restos del Otro y hacer algo con eso.

Ricardo Nepomiachi planteó una reorientación de la práctica analítica a partir del Hay Uno en su horizonte. Formarse para distinguir el Uno es operar en la vía del agotamiento del sentido. La referencia es al modo de gozar y no a la significación. Siguiendo la indicación de Lacan en la Universidad de Yale, se trata de que el sujeto descomplete al síntoma del Otro, lo cual permitiría aislar el Uno singular que no tiene ningún alcance de sentido, trazo de lalengua sobre el cuerpo.

Cristina Martínez de Bocca le planteó preguntas que apuntaron a definir de qué se trata la práctica clínica, con relación a la duración y al desciframiento, cuando se apunta al goce del Uno desde el comienzo del tratamiento.

Leonardo Gorostiza recordó que Lacan decía que no hay un todo sino "dispersos descabalados", siendo ésa la brújula para orientarse respecto de "cómo hacer" para relanzar la transferencia de trabajo con la Escuela. Descabalar allí donde hay exceso de emparejamiento e invitar a los dispersos a hablar. Propuso anudar las diferencias y descompletar; propiciar conjuntos abiertos allí donde se tiende al cierre. El no todo incomoda, la Escuela debe incomodar de la buena manera.

Silvia Baudini lo interrogó acerca de cómo suscitar el amor, y también planteó cómo pensar la transmisión del psicoanálisis con esta renovación que implica el más allá del Edipo.

Para concluir, y retomando las palabras de L. Gorostiza, se trata de aspirar al deseo aunque no se sepa cuál es ya que eso despierta. El Consejo ha logrado, con su propuesta de trabajo para esta Noche, mantenernos bien despiertos. La discusión final ha dado prueba de ello.


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